9.11.11


DESEÉ

Deseé ser árbol. Deseé ser grande, alta, longeva, sabia, tranquila; deseé servir de refugio a los pájaros y animalillos; deseé dar oxígeno a los humanos.
Pero entonces pensé que tendría que temer siempre a los incendios, al hombre y a su hacha, a las tormentas, al viento, a los dientes de los castores… Pensé que nunca podría relacionarme con otras personas. Y dejé de desear ser árbol.
Entonces deseé ser río. Deseé correr entre las piedras, sentir peces en mi interior, sentirme viva, llena de vida, capaz de saciar la sed de las criaturas; deseé notar cómo mi agua iba al mar y se hacía grande y tranquila; deseé nacer en las montañas, morir en los océanos y sentir que muchos ríos se unían a mí.
Pero entonces pensé que estaría a merced de la lluvia, del clima y sus caprichos; pensé que agonizaría entre la contaminación de mis aguas, que sería inmortal y nunca podría hacer otra cosa más que llevar agua.
Y dejé de desear ser río.
Entonces deseé ser perro. Deseé vivir en una casa, tranquila y oficiosa, deseé amar a mi amo, sentirme segura, proteger a los humanos, no tener que agobiarme, hacer mi voluntad.
Pero entonces pensé que viviría poco tiempo, pensé que estaría a merced de mi dueño y su voluntad, que comería, pasearía y viviría cuando, donde y si él quería. Estaría esclavizado y mi vida y mi muerte dependerían de él.
Y dejé de desear ser perro.
Entonces deseé ser un pañuelo.
Deseé ser un símbolo importante colgado de un cuello merecedor de mí; deseé recibir cintas, a pesar de los pinchazos, cuando mi poseedora fuera digna de ellas; deseé ensuciarme de pintura, barro, polvo, sudor… dependiendo de mi dueña y sus condiciones. Deseé servir de pañuelo para las lágrimas y el sudor, de venda para las heridas, de tela como parte de un disfraz, de protector del Sol al ser mojada con agua, de cuerda al transportar cosas.
Y pensé en que podía rasgarme, sufrir y pasarlo mal, pero no me importó. Porque también pensé en el orgullo de ser un símbolo tan importante, en ver el compañerismo, el mérito, el sufrimiento, el esfuerzo, la amistad, la lucha, la solidaridad…
Pensé en el orgullo de pasar el dolor de la aguja sólo por tener esos parches con algun significado; pensé en el honor de un siete o incluso de rasgarme por completo o dar de sí sólo porque esto demostrara que había sido utilizada; pensé en los retorcijones al sentir el nudo de la buena acción en mi punta, que valdrían la pena sólo por recordar así a mi dueña su deber guia; pensé en la felicidad de ser parte de una guia.
Y entonces dejé de desear ser pañuelo.
Y en aquel momento deseé con toda mi alma ser guia. Porque pensé que ser pañuelo era sólo una parte de lo que significaba ser guia. Y deseé ser una compañera guia, caminar sin descanso, estar con mis amigas y compañeras, esforzarme, reír, divertirme, sufrir, luchar, vivir y lograr, con mi propio esfuerzo la Promesa. Y cumplí mi deseo de ser guia. Y cada día me esfuerzo por cumplirlo mucho más. Porque pocas cosas hay mejores en esta vida.”